Yuyo de religioso amanecer y húmedad,
laborioso disco mitad silencio, mitad dramatismo,
una sola caricia al astro más desdichado,
dos, tres, veinte cavernas sin descubrir
y mis sueños de galeón, ya vestidos así.
Coloreando la manzana, el giro en el mar,
yo no merezco a una maravilla,
yo quiero un cuento sin terminar,
porque así me hago risa entre líneas.
¿Habría otra forma?.
Heridos de formas, van los poetas;
cada vez más junto a la ciudad,
cada vez más inundados de mierda,
cada vez más vencidos por el smog
¿o soy yo que no respiro el vidrio de la cocina?.
De tantos yo pierdo la cabeza al molestar:
trato incesantemente de morir como una cigarra,
pero me acuerdo que tengo algunas promesas.
No las voy a contar, hoy no puedo deletrearte,
mañana tampoco.
Parecíamos volviendo a derretir la sombra,
hasta habíamos dicho que en Junio
ahora tocarían para nosotros,
los valses, las trompetas,
el juego.
La desesperación.
Bebo un hilito de amor,
menos sería obturar las cantidades.
Podría enunciar algunas palabras:
luna, reino, avaricia, desazón.
Comisaría.
¿Algo más solemne?, ¿algo más desgraciado?.
Ya, ya, ya... somos paisaje.
Pero creo que el sustantivo era pasaje.
Pero no me compro las gaviotas,
no me lleves hasta los reptiles,
quiero vivir creyendo
en nada.
Justo debajo, sin corazón.
Parezco anoréxico: me olvido tu espalda.
Me cansan esos pretextos,
ya me hurto un vivo regalo en masas,
porque me creo la esperanza
cuando junto los cerillos
y comienzo a mendigar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario