Pasan las horas:
los segundos se vuelven momentos frágiles,
mi hechizo se hace gota de lluvia,
me parezco a la mañana
pero sin recetas.
De corrido,
o despacio,
hago que muero pero respiro,
creo esperar tus "hola"
pero hay quien se merece
una pero alguna forma de ruido.
Sé que la noche hace regresar la amargura,
pero hoy no me queda más
que aplastar inocencias.
Ahora que el pasado no calma,
yo me convenzo de ir por la ruta
pero ¿quién se recoge el pelo
como vos?.
No almaceno un Domingo.
Termino los sueños sin coordinar.
Voy cediendo mi asiento;
hasta acá.
Más Interminable
lunes, 8 de febrero de 2016
lunes, 31 de agosto de 2015
Tardías sombras adurables
Acaudalado,
como manto de esgrima y lágrimas,
una mesa dorando mis manos,
dos copas sin cocer la sombrilla,
mi espera,
la muerte,
el silencio,
la humedad.
Ya no vas a estar para amanecer,
ni me voy a reir de tus pijamas.
Hoy no puedo esconderme en telas,
no me hace falta nada de nada, de nada.
Nada a mí me hace más peor
que hacer de cuenta
que ya hemos sido muñequitos,
solos y embraveados,
en una puerta con toros amigos,
de frutas y pueblos,
hasta que el sol de desangre.
Para las noches
es mejor levantar el sombrero:
una por una van cediendo las cosechas,
de tanto en más de cinco gotas misioneras
ya no suelen destaparte y sin arañar
la sombra, de ahora, en más, y ya, venir, torcer, aumentar.
Miro y miro y desprecio a las camitas,
las boletas de luz y los autobuses
porque hoy no me parece querer
ese más torcido mal trecho color de tormenta,
una vuelta sin pasos en Septiembre,
otra oreja que se mezcla para no mirar
y ¿tantas avispas pueden tener cuatro, cinco,
veintinueve comas por su entraña
y no ejercer en sus momentos de gloria?.
No. A veces la gloria no es un supuesto.
Hay veces que yo no me llamo José
porque no me apetecen los nombres tartamudos,
cuando hacía de cuenta que me costaba amarrarte
y dejaba para el aire algunos coches sucios,
olvidaba que no debería sernos amor
por más que te agradezcan los pastores
por haber desvelado a las moscas,
por más que un plato de rabas y legumbres
lo dejes a un costado y me tientes a mostrarte la lluvia.
Nazarena en libros que me fueron muy tramposos,
en castillos que olían a milagro,
yo-no-me-debo-atardecer sin huesos.
(Ese sería mi juego privado).
Hace tiempo crucé aquella puerta,
te sentaste frente mío,
pagué la cuenta
y nunca, pero nunca, te ví sonreír.
Sospecho que algunas trampas
más los maridos que vuelven a la madrugada
y te esperan como Jaime a su florcita,
de esos zonzos estoy curado de migraña.
Aparezco como tinta en la ventana,
me despido sin volverte a besar.
como manto de esgrima y lágrimas,
una mesa dorando mis manos,
dos copas sin cocer la sombrilla,
mi espera,
la muerte,
el silencio,
la humedad.
Ya no vas a estar para amanecer,
ni me voy a reir de tus pijamas.
Hoy no puedo esconderme en telas,
no me hace falta nada de nada, de nada.
Nada a mí me hace más peor
que hacer de cuenta
que ya hemos sido muñequitos,
solos y embraveados,
en una puerta con toros amigos,
de frutas y pueblos,
hasta que el sol de desangre.
Para las noches
es mejor levantar el sombrero:
una por una van cediendo las cosechas,
de tanto en más de cinco gotas misioneras
ya no suelen destaparte y sin arañar
la sombra, de ahora, en más, y ya, venir, torcer, aumentar.
Miro y miro y desprecio a las camitas,
las boletas de luz y los autobuses
porque hoy no me parece querer
ese más torcido mal trecho color de tormenta,
una vuelta sin pasos en Septiembre,
otra oreja que se mezcla para no mirar
y ¿tantas avispas pueden tener cuatro, cinco,
veintinueve comas por su entraña
y no ejercer en sus momentos de gloria?.
No. A veces la gloria no es un supuesto.
Hay veces que yo no me llamo José
porque no me apetecen los nombres tartamudos,
cuando hacía de cuenta que me costaba amarrarte
y dejaba para el aire algunos coches sucios,
olvidaba que no debería sernos amor
por más que te agradezcan los pastores
por haber desvelado a las moscas,
por más que un plato de rabas y legumbres
lo dejes a un costado y me tientes a mostrarte la lluvia.
Nazarena en libros que me fueron muy tramposos,
en castillos que olían a milagro,
yo-no-me-debo-atardecer sin huesos.
(Ese sería mi juego privado).
Hace tiempo crucé aquella puerta,
te sentaste frente mío,
pagué la cuenta
y nunca, pero nunca, te ví sonreír.
Sospecho que algunas trampas
más los maridos que vuelven a la madrugada
y te esperan como Jaime a su florcita,
de esos zonzos estoy curado de migraña.
Aparezco como tinta en la ventana,
me despido sin volverte a besar.
sábado, 29 de agosto de 2015
Pequeños momentos subterráneos
Por las hachas sin plumas
ni el paseo en bote,
ni la autoacusación de ruinas,
ni el astro porque ríe y se maquilla.
A menudo una pieza de ceibo
y un momentito en ése sofá
yo intento algo en sí
si me devuelven el caso,
si la ventanta se cierra para afuera,
si ya no sé destrozar un planeta.
¿Por qué hay dos con veinte?
si a ésas horas vos, yo, Sofía,
a mí me calientan las venas,
a ver lo que nunca se dice sin mar,
lo que atrapa el silencio
si no te digo "¡vendita!"
vendame las manos
y poneme de nombre Augusto.
Sólo porque detesto Septiembre.
Vas a creer que ahora,
sí, ahora,
ya.
En otro momento, mejor,
una sóla mano me abraza el mundo,
la otra yace en la cocecha
porque hay ruido de truenos
y se me ocurren los días,
las noches,
sorpresas,
y más y nuevos troqueles de poder.
Si la muerta no fuera una agradecida,
soñaría con matarme miles de veces
para no esperar que vengan los invitados:
otra cosa que no soporto
es la misa que forman los vecinos
si no me callo o me abofeteo el rabo.
Puedo envejecer creyéndome escalofríos,
o puedo gritar "¡no soy una palabra-mierda!".
Atestiguo muchas novelas:
te dije que hoy era "Noviembre".
Me acuesto en la puerta,
no te oigo respirar.
Me cuesta transpirar.
Oler.
Llamar.
Vivir.
Soñar.
Empequeñecer.
Masticar.
Dudar.
Morir.
Comenzar.
ni el paseo en bote,
ni la autoacusación de ruinas,
ni el astro porque ríe y se maquilla.
A menudo una pieza de ceibo
y un momentito en ése sofá
yo intento algo en sí
si me devuelven el caso,
si la ventanta se cierra para afuera,
si ya no sé destrozar un planeta.
¿Por qué hay dos con veinte?
si a ésas horas vos, yo, Sofía,
a mí me calientan las venas,
a ver lo que nunca se dice sin mar,
lo que atrapa el silencio
si no te digo "¡vendita!"
vendame las manos
y poneme de nombre Augusto.
Sólo porque detesto Septiembre.
Vas a creer que ahora,
sí, ahora,
ya.
En otro momento, mejor,
una sóla mano me abraza el mundo,
la otra yace en la cocecha
porque hay ruido de truenos
y se me ocurren los días,
las noches,
sorpresas,
y más y nuevos troqueles de poder.
Si la muerta no fuera una agradecida,
soñaría con matarme miles de veces
para no esperar que vengan los invitados:
otra cosa que no soporto
es la misa que forman los vecinos
si no me callo o me abofeteo el rabo.
Puedo envejecer creyéndome escalofríos,
o puedo gritar "¡no soy una palabra-mierda!".
Atestiguo muchas novelas:
te dije que hoy era "Noviembre".
Me acuesto en la puerta,
no te oigo respirar.
Me cuesta transpirar.
Oler.
Llamar.
Vivir.
Soñar.
Empequeñecer.
Masticar.
Dudar.
Morir.
Comenzar.
Helados
Del llanto a la miserable agonía,
sin poder dormir sin frazadas,
esperando querer a la paz,
comentando y negando,
yo, que soy algo de vos,
porque creo en suficientes milagros,
porque habito torbo la prueba.
Pasar entre mensajes, no entorpecer
de amor,
ahora que me agotan todas las preguntas,
y los atajos,
y las barbillas de las luces,
puedo merecer la comida
y sin embargo...
sin poder dormir sin frazadas,
esperando querer a la paz,
comentando y negando,
yo, que soy algo de vos,
porque creo en suficientes milagros,
porque habito torbo la prueba.
Pasar entre mensajes, no entorpecer
de amor,
ahora que me agotan todas las preguntas,
y los atajos,
y las barbillas de las luces,
puedo merecer la comida
y sin embargo...
domingo, 31 de mayo de 2015
Desprevenido
Pedacito de juego dolido en el morir:
un carretillo hambriento, una desigualdad.
Bastoneás los atardeceres,
dejando sin rimas a una cuerda maldición.
Desempolvado oído de amaneceres,
cuchillos de telgopor.
Comparando una bella alegría de pestes
hago siempre un comercio de flor,
dejo abierta la mochila a las musas,
certifico un oficio de cantor,
revoleo el Septiembre sobre la lluvia
y no me acompaño a la estación.
¿Vendremos con un hilito de ira?,
¿o intentaremos dejar caer las caderas?.
"El mundo parecía aburrido sin tus golondrinas":
ahora me quiere aumentar los silencios,
las tizas,
los tal vez.
Habremos aparecido sin ántes mirarnos,
debemos haber corrido por la tormenta.
Ahora me escondo por la feria
para no encontrarme vistiendo guirnaldas,
porque ahora no me vuelco el pijamas
porque ahora ya no digo "hasta acá".
un carretillo hambriento, una desigualdad.
Bastoneás los atardeceres,
dejando sin rimas a una cuerda maldición.
Desempolvado oído de amaneceres,
cuchillos de telgopor.
Comparando una bella alegría de pestes
hago siempre un comercio de flor,
dejo abierta la mochila a las musas,
certifico un oficio de cantor,
revoleo el Septiembre sobre la lluvia
y no me acompaño a la estación.
¿Vendremos con un hilito de ira?,
¿o intentaremos dejar caer las caderas?.
"El mundo parecía aburrido sin tus golondrinas":
ahora me quiere aumentar los silencios,
las tizas,
los tal vez.
Habremos aparecido sin ántes mirarnos,
debemos haber corrido por la tormenta.
Ahora me escondo por la feria
para no encontrarme vistiendo guirnaldas,
porque ahora no me vuelco el pijamas
porque ahora ya no digo "hasta acá".
sábado, 2 de mayo de 2015
El pez que amaba la esvástica.
Sinceramente, él no bebía de la tristeza,
más bien humillaba a la tristeza
y le venía corriendo el ruido
que siempre estallaba en su disfraz.
Era pacífico, súper amable,
solía esperar al ciervo
sin más silencio que una mirada,
pero luego de la tormenta
abrazaba a las praderas
como un juego de naipes sin marcar.
El azar lo volvía maldito,
recetaba analgésicos,
sólo en medidas grandes,
para que los muertos no estuvieran tan solos.
Abogaba la falsa maleza del suelo,
comía de los microbios,
olía a hueso sin espaldas,
llovía como su corazón.
No se entrenaba en cualquier amuleto:
parecía volver una y otra vez
sobre el mismo lienzo
que estelas de Marzo
parían en velos curvos.
Atardecía solo, en la avaricia,
Leía a Nitszche, decía.
Corría sin magos, sin cornetas.
De vez en cuando levantaba una piedra,
la ponía sobre la mesa,
estudiaba su rugor.
Dejaba caer al piso
la costumbre de saberse silueta,
no continuaba las pisadas:
volvía por la misma baldosa,
llamaba al destino "poder",
y no merecía una catástrofe:
él era su causa.
Parecía un delfín cubierto de polvo,
como tomaba las copas
así se tomaba el mando,
y la destreza que alzaban sus mapas
no alcanzaban a cubrir
los cientocincuentaycinco baúles
donde almacenaba la piedad.
Creía sentirse un santo,
a veces cazaba en shorts.
¿Cómo romper una cabeza?
había que llamarlo sin perecer,
dejaba al niño de lunas
sobre una manta sin piel,
y componía para los Nazis
una estrofa porque sí.
Soñaba que era vampiro,
jugaba al pesebre
sin Cristo,
sin Moisés.
más bien humillaba a la tristeza
y le venía corriendo el ruido
que siempre estallaba en su disfraz.
Era pacífico, súper amable,
solía esperar al ciervo
sin más silencio que una mirada,
pero luego de la tormenta
abrazaba a las praderas
como un juego de naipes sin marcar.
El azar lo volvía maldito,
recetaba analgésicos,
sólo en medidas grandes,
para que los muertos no estuvieran tan solos.
Abogaba la falsa maleza del suelo,
comía de los microbios,
olía a hueso sin espaldas,
llovía como su corazón.
No se entrenaba en cualquier amuleto:
parecía volver una y otra vez
sobre el mismo lienzo
que estelas de Marzo
parían en velos curvos.
Atardecía solo, en la avaricia,
Leía a Nitszche, decía.
Corría sin magos, sin cornetas.
De vez en cuando levantaba una piedra,
la ponía sobre la mesa,
estudiaba su rugor.
Dejaba caer al piso
la costumbre de saberse silueta,
no continuaba las pisadas:
volvía por la misma baldosa,
llamaba al destino "poder",
y no merecía una catástrofe:
él era su causa.
Parecía un delfín cubierto de polvo,
como tomaba las copas
así se tomaba el mando,
y la destreza que alzaban sus mapas
no alcanzaban a cubrir
los cientocincuentaycinco baúles
donde almacenaba la piedad.
Creía sentirse un santo,
a veces cazaba en shorts.
¿Cómo romper una cabeza?
había que llamarlo sin perecer,
dejaba al niño de lunas
sobre una manta sin piel,
y componía para los Nazis
una estrofa porque sí.
Soñaba que era vampiro,
jugaba al pesebre
sin Cristo,
sin Moisés.
sábado, 11 de abril de 2015
Apareciendo
¿Qué tiene la nube color amarillo
si no es algo parecido a mi corazón?,
Debo apreciar la misma ruta,
el mismo dolor sin perder.
Uno, dos,
algunos juegos de rosas,
catorce mil doscientos silencios,
y un "habré ido".
Ya no me atropello sobre la sal;
ahora puedo llorar pero no de dolor;
ahora puedo llorar de mentiras,
porque cuando siento ese lápiz sin punta,
cuando veo a un cementerio
correrse las mejillas,
cuando encuentro otro imaginario,
la casa empieza a lamer algo de paz.
El frío ardor deja un vaso de Lunes,
como cuando tomamos el pulso a la verguenza:
así, sin contestar una palabra,
sin abrir las manos porque llueve sin cesar,
porque mientras buscas las otras manos
el perro se lleva los últimos abrazos.
¿Quién sería más libre
si no fueran éstos payasos
los árboles de Junio en terraplén?.
si no es algo parecido a mi corazón?,
Debo apreciar la misma ruta,
el mismo dolor sin perder.
Uno, dos,
algunos juegos de rosas,
catorce mil doscientos silencios,
y un "habré ido".
Ya no me atropello sobre la sal;
ahora puedo llorar pero no de dolor;
ahora puedo llorar de mentiras,
porque cuando siento ese lápiz sin punta,
cuando veo a un cementerio
correrse las mejillas,
cuando encuentro otro imaginario,
la casa empieza a lamer algo de paz.
El frío ardor deja un vaso de Lunes,
como cuando tomamos el pulso a la verguenza:
así, sin contestar una palabra,
sin abrir las manos porque llueve sin cesar,
porque mientras buscas las otras manos
el perro se lleva los últimos abrazos.
¿Quién sería más libre
si no fueran éstos payasos
los árboles de Junio en terraplén?.
domingo, 22 de marzo de 2015
Comodines
Yuyo de religioso amanecer y húmedad,
laborioso disco mitad silencio, mitad dramatismo,
una sola caricia al astro más desdichado,
dos, tres, veinte cavernas sin descubrir
y mis sueños de galeón, ya vestidos así.
Coloreando la manzana, el giro en el mar,
yo no merezco a una maravilla,
yo quiero un cuento sin terminar,
porque así me hago risa entre líneas.
¿Habría otra forma?.
Heridos de formas, van los poetas;
cada vez más junto a la ciudad,
cada vez más inundados de mierda,
cada vez más vencidos por el smog
¿o soy yo que no respiro el vidrio de la cocina?.
De tantos yo pierdo la cabeza al molestar:
trato incesantemente de morir como una cigarra,
pero me acuerdo que tengo algunas promesas.
No las voy a contar, hoy no puedo deletrearte,
mañana tampoco.
Parecíamos volviendo a derretir la sombra,
hasta habíamos dicho que en Junio
ahora tocarían para nosotros,
los valses, las trompetas,
el juego.
La desesperación.
Bebo un hilito de amor,
menos sería obturar las cantidades.
Podría enunciar algunas palabras:
luna, reino, avaricia, desazón.
Comisaría.
¿Algo más solemne?, ¿algo más desgraciado?.
Ya, ya, ya... somos paisaje.
Pero creo que el sustantivo era pasaje.
Pero no me compro las gaviotas,
no me lleves hasta los reptiles,
quiero vivir creyendo
en nada.
Justo debajo, sin corazón.
Parezco anoréxico: me olvido tu espalda.
Me cansan esos pretextos,
ya me hurto un vivo regalo en masas,
porque me creo la esperanza
cuando junto los cerillos
y comienzo a mendigar.
laborioso disco mitad silencio, mitad dramatismo,
una sola caricia al astro más desdichado,
dos, tres, veinte cavernas sin descubrir
y mis sueños de galeón, ya vestidos así.
Coloreando la manzana, el giro en el mar,
yo no merezco a una maravilla,
yo quiero un cuento sin terminar,
porque así me hago risa entre líneas.
¿Habría otra forma?.
Heridos de formas, van los poetas;
cada vez más junto a la ciudad,
cada vez más inundados de mierda,
cada vez más vencidos por el smog
¿o soy yo que no respiro el vidrio de la cocina?.
De tantos yo pierdo la cabeza al molestar:
trato incesantemente de morir como una cigarra,
pero me acuerdo que tengo algunas promesas.
No las voy a contar, hoy no puedo deletrearte,
mañana tampoco.
Parecíamos volviendo a derretir la sombra,
hasta habíamos dicho que en Junio
ahora tocarían para nosotros,
los valses, las trompetas,
el juego.
La desesperación.
Bebo un hilito de amor,
menos sería obturar las cantidades.
Podría enunciar algunas palabras:
luna, reino, avaricia, desazón.
Comisaría.
¿Algo más solemne?, ¿algo más desgraciado?.
Ya, ya, ya... somos paisaje.
Pero creo que el sustantivo era pasaje.
Pero no me compro las gaviotas,
no me lleves hasta los reptiles,
quiero vivir creyendo
en nada.
Justo debajo, sin corazón.
Parezco anoréxico: me olvido tu espalda.
Me cansan esos pretextos,
ya me hurto un vivo regalo en masas,
porque me creo la esperanza
cuando junto los cerillos
y comienzo a mendigar.
viernes, 20 de marzo de 2015
Das
Las escucho cantar, ellas que siempre cantan Luis Miguel,
hoy cantan "Creo" de Callejeros, en mi noche más comunista,
en mi noche más cubana, si de estrellas salgo a repensar.
Parece imposible cuando sobran las miserias,
helado, vacío, obtuso, bien pero bien sigiloso,
y algo que a oscuras se estremece en mi vanidad.
Romper las olas, mirar el mañana, la tarde;
"abren las puertas pero no cierra la paz",
No cierra la paz !. Y no.
Y las formas, y los tiempos, y los mundos,
y tantos fugitivos que resuelven milagros,
"no doy más de justicia sin mí".
Ahora.... -piensa un desgraciado-.
"La fortuna que habíamos olvidado,
¿habrán quedado crisantemos?".
Debería encender la hornalla:
hoy tal vez no reviente por el sol,
y me gusta más hablar con mi pelo.
Además de soñar que soy un pez envenenado
también sueño que miro la lluvia,
(cuando cae sin miedo). Más allá, el camino.
Tarde era la joya que hacía huecos de cristal,
¿tuvisteis oportunidad cuando heristeis a mil?.
No siento escrúpulos para echarte los dientes.
¿Y las flores?, ¿se rajan de tanto esperar?.
"A veces el sentido contraria una moneda.
Eso es bueno para revivir."
Depende de quién lo llame "Juicio". A mí me sobran los escombros.
"A mí me enmudece un pero",
- Yo soy Ministro de "aquí vamos, seguimos frotando urgencias".
¿Serviría para algo?. Perdón: ¿por qué hablar de asnos?,
si con servirnos una copa de champagne ya nada es cuento,
Das.
hoy cantan "Creo" de Callejeros, en mi noche más comunista,
en mi noche más cubana, si de estrellas salgo a repensar.
Parece imposible cuando sobran las miserias,
helado, vacío, obtuso, bien pero bien sigiloso,
y algo que a oscuras se estremece en mi vanidad.
Romper las olas, mirar el mañana, la tarde;
"abren las puertas pero no cierra la paz",
No cierra la paz !. Y no.
Y las formas, y los tiempos, y los mundos,
y tantos fugitivos que resuelven milagros,
"no doy más de justicia sin mí".
Ahora.... -piensa un desgraciado-.
"La fortuna que habíamos olvidado,
¿habrán quedado crisantemos?".
Debería encender la hornalla:
hoy tal vez no reviente por el sol,
y me gusta más hablar con mi pelo.
Además de soñar que soy un pez envenenado
también sueño que miro la lluvia,
(cuando cae sin miedo). Más allá, el camino.
Tarde era la joya que hacía huecos de cristal,
¿tuvisteis oportunidad cuando heristeis a mil?.
No siento escrúpulos para echarte los dientes.
¿Y las flores?, ¿se rajan de tanto esperar?.
"A veces el sentido contraria una moneda.
Eso es bueno para revivir."
Depende de quién lo llame "Juicio". A mí me sobran los escombros.
"A mí me enmudece un pero",
- Yo soy Ministro de "aquí vamos, seguimos frotando urgencias".
¿Serviría para algo?. Perdón: ¿por qué hablar de asnos?,
si con servirnos una copa de champagne ya nada es cuento,
Das.
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